20 Abr 2024

109. POESÍA PUERTORRIQUEÑA. LOURDES VÁSQUEZ

-14 Nov 2020

 

SE ENCUENTRA CIBELES

en el pico del peñasco.

Una gran piedra incrustada de Devas,

ángeles y demonios protegen

la cosecha. Se encuentra ella

acompañada del sonido del

       viento y la presencia del águila

       con su ojo despiadado,

además de este insomnio

        que impide identificar el olor del Otro.

Porque te vuelves cuerda

que nadie sostiene, peatón señalado

y enmudecido para siempre.

 

 

MELIO DANZÓN

 

Se ha dicho que el alma

ocupa el espacio, mas no el cuerpo. 

El cuerpo es lo que queda accidentado y opaco;

a menos que Aché, ese espíritu que habita

en algunas criaturas y amuebla mi casa,

pernocte en el espejo de aquella habitación.

 

Desarreglada y a oscuras, cubierta de polvo

y con su memoria en pedazos,

sus grandes ojos se escurren por la persiana.

Una llama arde por sus largas piernas y

se desliza hasta el ombligo como una culebra saludable y dichosa.

 

Mucho antes que el jazz, ella ya es parte del ritual a mis antepasados.

Es mi Melio Danzón con sus encajes seductores.

Mucho antes de que ese montón de negros

apretados en barcos escaparan de Sante Domingue,

y mucho antes de que su languidez

y el ruedo de su falda cortaran la seda de su mente.

 

Es por esto que huye vestida con volantes rasgados,

sin aseo y con el pelo desgreñado. 

 

Y ahora Ella ocupa mi planeta con todos sus ríos y mares. 

Por ella evoco mapas llenos de signos exóticos

y me alimento de todo su casabe,

de su cuello y collares,

del olor de su monte y sus axilas chéri,

como un vampiro se alimenta de sus víctimas. 

 

 

EL MOVIMIENTO DEL BARCO EN EL AGUA CLARÍSIMA, el gentío en la nave, aquella pareja magnífica que se mima salón adentro, destellando todo el rojo del deseo. Tropiezo con un elevador a oscuras y un par de borrachos sucios y elocuentes. A veces se hacía la madrugada y esta se pegaba al todo como cataplasma. A veces era la noche con su luna menguante y en el cafetal se aprovechaba para cortar la fibra del Capá Prieto. A veces era yo adentro con una preciosa falda brocada de corales negros.                      A veces era la música de un cuatro en la distancia o el olor del manjar de viandas en la mesa.           A veces no sé qué era.

 

 

NO TE DIJE PEDRO,

 

A Pedro Pietri

 

No te dije. Nunca te dije, porque me imagino que no te significaba mucho. Te dije, tal vez, con alguna mirada o un gesto especial, sentados en el piso de mi sala stoned de felicidad: porque sí tuvimos instantes de felicidad.  

Para sobrevivir confiaste en los múltiples espejos pegados al mismo ojo: The Fly, ciertamente. Una gran cabeza con ojos. Panorama torturante de la mano de Drácula susurrándote al oído alguna frase prohibida por el largo pasillo de la noche.

Stoned para poder olvidar el afecto, la paz y la guerra, la compasión, el llanto, los sueños, el instinto, a tu padre en la caja de muertos y Vietnam cual transfusión de sangre paulatina e inmisericorde.  

No te dije Pedro, pero te digo. Has sido presagio, sueño y pesadilla, locura y sin razón. Sin apaciguos, ni avatares, has sido toda la independencia. Te dije, te digo Pedro, has sido la agilidad marginal sin obstrucción, aquel amigo entrañable y eximido de errores o distracciones.

Te digo Pedro, pero te digo. Has sido aquella locuacidad que no tuve, aquella canción premeditadamente apasionada y explosivamente dulce que se atasca en el recuerdo.

 

 

DESPUÉS DEL HURACÁN MARÍA

 

La montaña fue cayendo y sus cadáveres con esta.  Unos encima de otros, detrás de otros. Como el neón alumbra las ciudades en la noche, brillan en su descomposición los músculos, las venas, los órganos, los huesitos de donde brota un musgo de sabor dulce. Días llevan de alimento de insectos, serpientes y ratas. Días —a veces veloces, otros lentísimos— en donde solo se escucha el torrente de los ríos y el gemido de las lápidas.

Ay, Ay Ay a oscuras.         ¿Se habrá roto la tumba de María Sandiego y sus huesitos desparramados y descubiertos a su tristeza? ¿Y qué de las tumbitas de sus hijitos? muertitos por la epidemia. ¿Se habrá goteado su llanto de la cavidad, para tener que llorarlos nuevamente? ¿Se habrán echado a andar sus almitas en medio de tanta lluvia? ¿Y qué de Francisca Sánchez? ¿Ya se fue a recoger sus partes en la carretera?

El cerebro apunta a la masa deshecha, a todos los ángeles abrumados por el rigor de tanta muerte. A las almitas colgadas de los árboles y peñascos. A las cabezas decoradas con frutas y flores de Marcela Figueroa y de Simona Jordán.

Los días fluyen como corrientes de arena mientras la mesa se sirve con las sobras que quedan por ahí. Con el ron de siempre. Con la entereza de siempre. La de la piedra caliza. La de la espada.

 

 

Lourdes Vázquez. Una de las escritoras más destacadas del Caribe. Entre sus premios se incluye el Juan Rulfo de Cuentos (Francia); la Mención de Honor del National Poetry Series, Paz Prize for Poetry (USA) por Un enigma esas muñecas (Torremozas, 2015) y la Mención de Honor a su antología de poesía Bestiary: Selected Poems 1986-1997 (Bilingual Review Press) Una selección de su poesía ha sido publicada en italiano: Appunti dalla Terra Frammentata (Edizione Letterarie, 2012), así como su crónica The Tango Files (Edizione Arcoiris, 2016). Sus tres últimos libros de cuentos son Tres relatos y un infortunio (Buenos Aires: Fundación Ross, 2009), La mujer, el pan y el pordiosero. (México: Eón, 2010) y Adagio con fugas y ciertos afectos (Verbum, 2013). Ha sido compiladora de la antología Cuando narradoras latinoamericanas narran en Estados Unidos, publicada en Argentina. Otros libros son su novela Sin ti no soy yo: segunda edición (2012) traducida al inglés con el título, Not Myself Without You (Bilingual Review Press, 2012) y que forma parte del listado ‘Top Ten "New" Latino Authors to Watch’. Ha sido juez for BorderSenses Literary Prize in Fiction, 2014.

 



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