20 Abr 2024

144. POESÍA ECUATORIANA. IVÁN OÑATE

-16 Ene 2021

 

FINIS TERRAE

 

Madre,

yo creí que me engañabas

 

Cuando hablabas

de los hombres que viven

en los bordes del mundo.

 

Hombres

olvidados de Dios

y de los propios hombres.

 

Ahora soy uno de ellos.

 

Aquí no voy ayer,

pero tampoco mañana.

 

Solo la noche

y el ruido espantoso

de nuestro propio corazón

 

En su solitaria locura.

 

Inédito

 

 

LA LLUVIA

 

Llueve en mi ciudad

y llueve sombra. Llueve estupidez,

hojas de calendario

manchadas por un tiempo que no vino,

por un tiempo que se fue amarillando las palomas,

los dientes,

las babas fieles a su perro. Llueve.

 

Llueve desolación, alas

y fotos podridas sobre mi cama.

 

Llueven crujidos, gemidos

que secretos nos espían o nos caen

mezclados con semen desde un cielo raso. Llueven

gerundios, conjugaciones,

llueven aplausos, pero también

 

Llueve cansancio,

sopor en medio de un colectivo

caminándonos una mosca

por el labio partido en la resaca. Remordimientos

como chispas terribles buscándonos la espalda,

para mojarnos el pan, el hijo,

los números mentidos de teléfono

que inocentes guardamos en un bolsillo

para el amor, la traición o

reservar una camisa de fuerza.

 

Todo eso de llueve

sobre mis hombros y mis zapatos tristes,

 

Sobre esta noche

donde limpio mi enfangado corazón

a manotazos, llueve,

 

En las cocinas, en los armarios

donde se pudre la ropa, sobre los libros,

sobre dos seres crucificados

uno contra otro

y ellos no sabrán

quién es la Cruz  y quien del Cristo

porque para eso esta la lluvia, para borrarnos

todo límite, para que se corra la tinta,

para contemplarla sentado en un rincón

eterna y monótona, gotear

sobre un plato sucio.

 

De El ángel ajeno, 1983

 

 

LOS HUESOS DE VALLEJO

 

Ya no veré París

 

porque el tren en que arribe

estará cansado, cargado de vacas, de banano chorreando moscas,

de borregos para el matadero, de jóvenes

que consultan su destino en libros prestados y

en estrellas ajenas,

 

de travestis

que se depilan al apuro y con dos monedas

de espuma,

 

de ilusiones,

 

de ojos como los míos

estará cargado,

 

y limpiándome la cara con un trapo

me iré con los brequeros filipinos, con

los jóvenes esclavos

venidos de la Arabia

a beber un litro de vino en alguna cantina,

en alguna mesa taciturna

donde apoyaré mis codos y dormiré,

 

dormiré

hasta dar con los huesos de Vallejo,

 

con la dirección

de alguien

que resultó ser un terreno baldío,

 

o con los ojos

de la portera

que despertándome

me lanzará fuera, afuera de la pensión

y me encontraré en una plaza

rodeado

por desconcertados muchachos, que como yo,

nada saben

de los que vinieron

o no vinieron, de los que se quedaron en el mar o

en una cantina

dándole vueltas a París,

 

como en este sueño.

 

De Anatomía del vacío, 1988

 

 

BIOGRAFÍA APÓCRIFA DE BORGES

 

 a María Esther Vázquez

 

Madre

apiádate de Borges

el enamorado. Cuídalo

que no resbale. Tu niño está preso

de la peor de las cegueras,

esa que permite ver la luz

del otro lado, de todo

lado.

 

Luz que no pudieron sospechar

y peor

tocar las palabras.

 

Ayúdalo a vencer

los oscuros temores

que heredamos en la sangre y

esos otros,

más profundos y terribles,

que se esconden entre las páginas

de los libros.

 

Madre

consuélalo por la fatiga,

por el insensato propósito

de renunciar a ser Borges, aquel

en cuyos brazos

jamás desfalleció la mujer amada.

 

Anúnciale

que los materiales de un poeta

son la humillación y la angustia.

La convicción inexorable

de un destino desdichado.

 

Recuérdale

que conocerá la gloria. A su alrededor

se levantará un universo, un mundo

embellecido por su álgebra y por su fuego,

una ciudad

querida y detestada.

 

Una ciudad

donde millones de seres

tomarán el ascensor o el subterráneo

pero con la certeza

de haber perdido su destino.

 

Una ciudad

donde existe la única mujer. La única.

Y ella no lo ama.

 

De La nada sagrada, 1998

 

 

LA FRONTERA

 

1

 

Otra vez la frontera.

 

Otra vez

este despertar en un ruinoso hotel

levantado al borde del abismo,

 

Al límite

donde acaba todo:

 

La patria, el sueño,

la casita propia,

la evolución de las especies,

la seguridad social,

la familia.

 

Al vértigo,

donde mis huesos

acobardados

se retiran un poco de mi piel

al presentir las cercanías del vacío.

 

Piénsalo bien me dicen,

piénsalo,

y se anudan en el centro del miedo.

 

La frontera.

 

 

2

Abajo,

a cien metros de mi ventana,

dos hombres discuten y se amenazan con disparos.

 

Un poco más allá,

en la autopista abandonada de este país en ruinas,

esquivando postes caídos,

caballos destripados 

y la niebla sin mañana

que se desprende del lomo de los perros,

un motociclista desquisiado

juega a aplazar su suicidio.

 

¡Pum!

En este momento alguien se apiadó de él.

 

Puedo percibir en el aire

el alivio de su alma

mezclándose con el olor de la gasolina.

 

3

 

¿Por qué vine a dar acá?

 

Tal vez

para aceptar

que lo único de lo que se puede huir

es de lo amado,

 

Porque los enemigos

siempre estarán contigo.

 

Nunca te abandonan.

 

Es lo único que traes

cuando llegas a la frontera.

 

En medio de los muertos,

 

En medio del espantoso silencio

que prosigue a las batallas,

 

Su odio

y su rencor

es lo único que vive.

 

 

4

En lupanares galácticos,

en medio de rufianes

que parecen haber escapado de todo,

te darás cuenta que tampoco pudieron huir

de sus enemigos.

 

Es con ellos

que discuten y hablan a solas

en la madrugada.

 

Tal vez,

por eso,

todos  nos enrumbamos hacia la frontera.

 

Al límite de todo.

 

Sin atrevernos

a levantar la cara del lavabo,

 

Deteniéndonos

a contemplar en sus grietas,

los restos del dentífrico, los pelos,

la mugre

que dejaron otros viajeros.

 

5 

 

Otros como yo

que tampoco se animaron

a levantar la cara

y mirar de frente en el espejo:

 

Al enemigo.

 

De La frontera, Arquitrave-Colombia 2006

 

 

Iván Oñate, Ambato, Ecuador 1948. Profesor de Semiótica y Literatura hispanoamericana en la Universidad Central del Ecuador, donde actualmente es Director de la embelática Revista Anales, fundada en 1883. Su obra ha sido traducida al alemán, francés, inglés, portugués, griego, polaco e italiano.Ha publicado: Estadía Poética (Argentina, 1968); En Casa del Ahorcado (1977); El Angel Ajeno (1983); El hacha enterrada (1987, cuentos, nueve ediciones); Anatomía del Vacío (1988); El Fulgor de los Desollados (1992); La canción de mi compañero de celda (cuento, 1995). La nada sagrada (1998, 2010); La frontera (Colombia, 2006); El país de las tinieblas (México, 2008; 2da Edición Editorial Summa de Perú, 2016); Cuando morí (Ediciones sin nombre, México 2012, 2da Edición Editorial Mayor Books – Ediciones sin nombre, Ecuador- México, 2013) Escritor invitado por: Westminster University y el Kings College de Londres. A&M Texas University. George Mason University, Washington. Florida State University. U de Lieja. U de Lille. U de Lovaina. U de Austin. Universidad Nacional de Colombia. Universidad de Nueva York. Universidad Autónoma de México. Conferencista magistral en la Universidad de Lovaina (Bélgica), Universidad de Guanajuato, Universidad de Nuevo León (México). Rice University of Huston, Contemporany Museum Houston -Texas, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires-Argentina.  Homenajeado en la Biblioteca Nacional del Perú (Lima, septiembre 2016). Huésped distinguido de la Ciudad de Salamanca (España, 2019). Alfred Hitchcock Mystery Magazine publicó su cuento “La fiel literatura” que también fue llevado al cine por el director Diego Arteaga, su poema “Lluvia Bastarda” fue grabado por la banda de rock “El delicado sonido del trueno”.

 



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