20 Abr 2024

161. POESÍA ECUATORIANA. GABRIELA VARGAS

-06 Feb 2021

 

1984

 

Nace la vida del dolor. La vida nace, la primera niña probeta nace un día como hoy, domingo como hoy, domingo de año bisiesto.

Los cristales fragmentados dicen:

Una madre encadenada a la orfandad debe seguir siendo huérfana. También se es huérfano de hijos, pero esos se convierten en fantasmas.

Un padre que se pierde la memoria no debe construir más de una casa porque entonces la casa empieza a repetir infinitamente un sólo nombre. El suyo. La casa dice: papá está solo.

Se escucha por primera vez Piano Bar en Argentina, la niña nace el mismo día que Charly García y en Colombia tumban tranquilandia, esa noche por primera vez se dilatan sus pupilas, queda atrapada en el mundo y estornuda.

Su espalda estuvo torcida desde entonces se nutría de un seno enfermo, seno que empezará a gestar un ojo ciego de rabia.

1984: en Ecuador las aguas se llenan de rostros y ningún nombre, ningún nombre se menciona porque mi pueblo no tiene memoria.

Un gran feudal se adueña de mi ciudad desde un caballo blanco, empieza la reconstrucción de una ciudad que siempre arde.

1984: un libro, una guerra, (Reagan bombardea Rusia en un sueño ahogado en licor) y 10 millones de personas mueren de hambre en Etiopía.

En 1984 ella dormía y el Discovery cruzaba por primera vez el espacio.

 

Los poetas pueden sentirse más cerca de las estrellas desde ahora.

 

 

LOS INSOMNIOS O DEL MIEDO A LA LUZ

 

Una madre aprende a conocer a sus hijos cuando duermen. No me gusta la luz, le dije.

Los niños sueñan con un sitio en el que los colores hablan, le dije.

Tengo insomnio madre, el peso de una cascada en llamas me parte la espalda.

Tengo insomnio madre, el pasar de un jaguar es la inquietud que habita mis rodillas.

Tengo insomnio madre, todos los guerreros a mi lado están poblando las cruces, que también son sus camas.

La madre no puede conocer a un hijo que no duerme, porque mis ojos se cierran cuando aparece un punto rojo en la ventana.

Yo veo cómo descansan los muebles de la casa en las sombras, yo veo apagarse la ciudad y el drenar de las calles, y todo se vuelve pardo y quedan solo sus verdaderos habitantes: yo habito en una cabeza que puede ver en la noche, la bruma y el humo, yo habito bajo la piel que se muda del calor al frío cuando los días están soleados, yo habito en la ceguera cuando las balas perforan mis pupilas y me dejan a tientas, no duermo en las noches, madre, no me conoces, madre, me perdiste cuando hiciste un pacto con los cuervos, ahora ellos cubren mis ojos con sus alas cada vez que amanece.

 

 Textos de La Ruta de la ceniza, 2017

 

 

LUGARES QUE NO EXISTEN EN LAS GUÍAS TURÍSTICAS

(Fragmento)

 

I

 

Una cama es también una prisión

o una caja de cartón que se lleva a cuestas.

Mi carnet de identidad dice que yo existo,

que soy un número comparable

con la cantidad de moscas que visten la naranja de mi plato.

 

Nos han dejado dormir junto a esta pared

que es también el final de un puente.

Una pared en la que se lee:

NO ORINE AQUÍ, LO ESTAMOS FILMANDO.

 

Entonces en la filmación se vería:

perros que escoltan un camino de huesos,

zapatos como peces que saltan en un camión de basura

hombres que estiran las manos,

manos que buscan papel de arroz y lentejas,

una madre que llora cuando un niño pregunta:

¿por qué el frío es tan rudo con nosotros?

 

Nos han dejado

                       

AQUÍ,

Con un golpe seco

 

haciendo en cada esquina

una película sobre un hombre que muere cubierto de azúcar.

Aquí, como un asunto pendiente:

 

Somos los números que despiertan

demasiado cerca del suelo.

 

 

III

 

Señora, su casa ha sido declarada en RUINAS

luego de que su pareja la demoliera a golpes.

 

A todos los que miran por las ventanas les digo:

en mi carnet de identidad soy los nombres

de miles de mujeres y niñas que una vez escaparon de la escuela;

que una vez quisimos escondernos bajo el agua

y, en el agua, pensar en lo hermoso que sería ver nadar un elefante;

que subimos el volumen de la radio para dibujar en secreto

el lugar donde nos tocaron nuestros tíos;

que bajamos el volumen de la radio para contarles a las niñas

por qué hay tantas velas encendidas en los altares;

que no pudimos guardar las manos,

no pudimos con las ganas de agarrar un cuchillo;

que ahora tendremos hijos en una celda

que es como un pedazo de carne y siempre sangra.

Estamos aquí, impregnadas por el olor de nuestra historia

por eso solas

por eso a tientas

sin dar un grito.

 

A todos los que miran por las ventanas les digo:

Un día de estos su silencio matará al mío.

 

Textos de Lugares que no existen en las guías turísticas, 2020

 

 

Gabriela Vargas Aguirre (Guayaquil, 1984). Mención en el V Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño. Ganadora de los Fondos Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio 2016 – 2017 con los que publica su primer poemario, La Ruta de la Ceniza, con la editorial La Caída (Argentina-Ecuador). Ganadora del II Concurso Internacional de poesía Vicente Huidobro en el 2020 con su segundo libro Lugares que no existen en las guías turísticas Valparaíso Ediciones (España). Textos suyos aparecen en diferente antologías nacionales e internacionales. Ha participado en diversos festivales y ferias del libro dentro y fuera del país.

 



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