23 Abr 2024

241. POESÍA ARGENTINA. LAURA PONCE

-06 Jun 2021

 

EN LA BLANDURA DEL AGUA RESIDE

la exacta medida de su intransigencia

si la caricia se propina, si

se inflige

el gesto

 

de Sostiene lo que

 

 

INSTANTE

 

¡Si yo habitara de la mosca, el ojo

el cuerpo recurrente del gusano

o pudiera extinguirme

mariposa!

 

Mas

transcurre mi ser

por la vibrátil línea

de conciencia.

 

de Sostiene lo que

 

 

YO/ HIJA DILECTA DE LA DICOTOMÍA

criada por padres separados

al amparo de lo que debo y lo que puedo/

de lo que es y lo que imagino

 

con un pie en tierra y otro pie en la suspicacia/

y otro más aún en lo que es bienvisto

(dependiendo claro está de lo que bienver

se considere)

 

yo/ que agito la síntesis como un pez urgido por el aire

y que creo y descreo y me pregunto

y sopeso los pesos que me atan/ y digo

lo contrario o una parte

 

y me reservo

 

de La Mujer Omnímoda

 

 

KAPURTALA

 

Decía  Kapurtala,  y lo decía

como quitándose una moneda de cobre de la boca                                     

Barco  decía/ o  anémona/ o naufragio

 

y era la curvatura del sonido la parte suya  que rodaba hacia mí

 

Decía pez         pero poco

Decía más bien lo que queda en tierra

 

 

Y arpón o     trayectoria de arpón

decía  y  era     ay!      

 

                                        cuando no decía

 

de La Mujer Omnímoda

 

 

HÁLITO

luz

la noche

espejo de agua

 

el goce furibundo y sus monedas

 

¿Quién dijo que las cosas le entregan al sol

su borde de oro, que aguardan mansamente,

que no perecen no son otras al estallar el nuevo día?

No hay vigilia inocente no hay inocente sueño

para las cosas que duermen o que velan:

lo que se quiere y lo que no se quiere, lo que se desea

 

y sus monedas cayendo en el espejo de agua de la noche.

 

de La Mujer Omnímoda

 

 

PERO TAMBIÉN ES CIERTO QUE HAY UNA NOCHE EN CIERNES

y no por un acto de la voluntad o la tristeza sino

por esa ineludible condición de las cosas.

Siempre conviven el amor y la muerte/ y está la noche

como una noche en ciernes, aquella sobremesa en cuyo derredor

sentamos la impostura de alguna necesaria ceremonia            

que llevar adelante por ejemplo fingir que el tiempo no nos toca.

Parados a la vera del amor y la muerte, o entre medio de ambos,

sin lograr dirimirlos porque la noche a ambos les concierne,

repetimos los gestos del arraigo: la hora de almorzar la inclinación

exacta de la copa al beber/ la intensidad del beso o del reproche.

Reducidos por fin al amor y a la muerte, sabiendo ahora

que aquella ceremonia de repetir no impedirá que el tiempo

al fin nos toque/ quizá ahora entonces aquello que irremediable

se termina pueda llegar a ser no obstante menos feroz    más dulce.

 

de La Mujer Omnímoda

 

 

Y FUE LA LUZ UN HACHA CORTANDO CABELLERAS

el filo de un animal que embosca y decapita.   Yo

llegada que había sido y de tanta oscuridad

munida   no vi en medio de la luz

su rostro de quimera su ardor de diente.

 

de La Mujer Omnímoda

 

 

GUARDÁBAMOS SECRETOS EN EL ANVERSO DE LOS MUSLOS/

campos minados alfileres

doscientos arcos tristes y una sangre en el bolsillo para calmar las ansiedades.

¡Ah no haber nacido para la belleza, no haber crecido para lo dúctil!

Y sólo por matar el tiempo jugábamos con la crecedura de los pelos

a dejarnos ciegas, nuestro último ojo de magnolia a punto de trizarse.

¡Ah no haber nacido para lo dúctil, no haber crecido para  la belleza,

no haber sospechado de antemano, dejarnos caer así en la ronda!

 

La ceguera es el ojo de un pez fuera del agua,

su fatal y brevísima emergencia.

Como una exhalación mi cuerpo se detiene/ no

con una ingenuidad de animal doméstico/ no

con una alegría de animal doméstico sino

con el asombro del pez que ha sacado su ojo fuera del agua.

Y quien saca su ojo saca el cuerpo entero/

en el ojo está todo el ojo es un cuerpo.

Ver y mirar tocar las cosas con los ojos/ crearlas. 

Soy este ojo que se apaga y el mundo entonces una incertidumbre.

 

Y si lo incierto es por definición, lo que no puede ser aseverado

y si lo que no puede ser aseverado, no existe

¿en qué río habrá de nadar éste, mi pez, el que sacó su ojo fuera del agua?

¿qué dios perverso lo sustrajo del fondo, inclinó de su ojo la voluntad

hacia la superficie?  ¿Será la superficie el límite, la trampa?

 

Poseer un anillo de diamante para rayar la superficie de las cosas y

poder decir/ determinar “por esta línea se habrá de producir el daño”.

La dureza abriéndose camino en la otra dureza, 

aquel caparazón que encierra y cubre.

Como hizo mi pez, cuando quebró el agua para sacar su ojo.

 

Inédito

 

 

Laura Ponce: Poeta nacida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1964. Ha publicado: “Sostiene lo que” (Tahiel Ediciones 2013) y “La mujer omnímoda” (Ediciones La mariposa y la iguana 2018)

 



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