24 Abr 2024

243. POESÍA ECUATORIANA. MARIALUZ ALBUJA

-06 Jun 2021

 

MAMÁ UN DÍA PREPARÓ LENGUA ACARAMELADA.

Nunca pensó que al esparcirse la panela

se regarían los deseos por las venas del jardín

tan lleno, entonces, de dolor y bichos muertos.

 

Un vapor súbito

de sangre y de melaza

nubló su vista y agitó

la ubre enterrada del placer.

 

Jamás creí que iba a dejarme en este miedo pegajoso

 

la lengua fría

costra pura de la muerte

tan llena ahora de dolor e insectos vivos.

 

 

LA VOZ DE MI MADRE SE ESPARCE EN LA CASA.

Me pregunta si voy a comer

si he lavado la ropa

si esta noche bebí demasiado.

Yo la escucho llegar sin caderas ni espalda

sin los párpados en hilachas protegiéndola de la luz.

 

A veces me espía por el cerrojo

esa extraña manera de comprobar

que la muerte no es una derrota

y que estar aún con vida no es triunfo.

Sé que un día echaré sus cenizas al lago

cuando pueda arrojarlas sin culpa

 

cuando en vez de quebrarme en su imagen

logre ver el abismo

y huir.

 

 

A MAMÁ NO SÉ LO QUE LE OCURRE

cuando se asoma a la ventana y no consigue ver

lo que mis ojos, aun cerrados, adivinan.

Ha perdido el escalón

tal vez, la llave.

Será por eso que no vuelve y que me arrastra

sin saberlo

hasta su fondo.

 

Los amores de mi madre no comprenden lo que busca.

Se extravían en su belleza.

No imaginan que sus ojos, clavados en el dintel,

sólo deseaban escaparse de las llamas.

 

Los que se atreven a pasar

a veces llegan hasta mí.

Con manos grandes me descifran y me muerden

 

mientras mi madre, al otro lado,

no se entera.

 

 

SEA MI CUERPO EL ALIMENTO DE LOS PECES

cuando no pueda verme más en tu regazo

muy lejos ya del graderío que ocultaba mi secreto

donde mi amor no podrá redimirte.

 

 

UNA PREGUNTA SE ME ESCAPA POR LA BELLA

que daba tumbos de obsesión en obsesión

a punto siempre de salvarse del infierno

aunque incubando un día más para el suicidio.

 

Ya ven, mamá, llora en mi pecho.

La soledad algunas veces nos traiciona

pero no hay tanto más allá.

Sabes muy bien que entre el infierno y el descanso

está la hendija.

 

Aprenderás cómo se puede armar un ojo

recuperar un par de piernas

tal vez nada:

ese lunar

el estrabismo

la ceguera.

 

Ya ven, mamá, llora en mis brazos.

Intuiré cómo es la muerte.

Recordarás cuánto el hastío.

 

Quizá podamos estrecharnos un segundo.

Recuperar un par de piernas

tal vez todo.

 

 

CANSADA DE BATALLAR

me tenderé junto al agua

para sentir cómo hundes tus manos por el orificio de mi garganta

en busca de algún tesoro.

 

Pero amenaza no serás

sino espejismo.

 

Cuando regreses, quedarán sólo las ruinas.

Habré conseguido, innecesariamente,

salvarme.       

 

Inéditos

 

 

Marialuz Albuja Bayas. Quito, 1972. Magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999), Paisaje de sal (2004), La pendiente imposible (2008), obra premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador, Detrás de la brisa (2013), mención de honor premio César Dávila Andrade, Cristales invisibles (2014) antología personal, y El último peldaño (2015). En novela ha publicado En caso emergencia (no) rompa el vidrio (2017), premio Darío Guevara Mayorga en categoría novela 2017, y Maura (2019), premio Darío Guevara Mayorga en categoría novela 2019. En 2016, la trayectoria de su obra obtuvo el premio Dámaso Alonso de la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras en la categoría de creación literaria.

 



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