20 Abr 2024

296. POESÍA MEXICANA. GAËLLE LE CALVEZ

-12 Sep 2021

 

CAMINAR POR BEIRUT

es recorrer en silencio

las propias ruinas

 

retomar el cuerpo

que fue de otro

y hacerlo mío

 

buscar al padre

y sentarse

sobre su ausencia

 

caminar por Beirut

es reconocer gritos

recordar mis muertes.

 

 

¿DÓNDE QUEDÓ EL CENTRO

dónde el este y el oeste?

 

¿Cuáles son los lados de tu cuerpo?

 ¿por dónde comenzar a quererte?

 

 

Y DE ENTRE LOS MUERTOS CRECIERON OLIVOS

como si la ceniza fuera tierra

y el polvo alimento

 

Y de entre los muertos

la memoria del cuerpo recupera su movimiento

se levanta de la cama revuelta

cubre con las sábanas sus llagas

 

De las heridas que dejaron los muertos

cae la piel despellejada

 

Del semen de los muertos

la muerte necesaria

De la muerte de los muertos

la saliva del agua

De la noche de los muertos

el sol calcinado

 

Y de entre los muertos

los pensamientos del cuerpo se agitan en el vientre

para reconstruir el deseo

 

La lengua lame lenta los miembros rotos

 

El cuerpo es árbol sin brazos

entreteje sus raíces por dentro

 

De la vida de los muertos

las más hondas caídas

Del recuerdo de los muertos

sueño y olvido. 

 

 

DEL MAR. SEMILLA

De las olas del mar. Pasos y caídas

De la espuma del mar. Mis remolinos

Del verde del mar. Nostalgia

De la resaca del mar. El tiempo atorado en el vientre

Del silencio del mar. La palabra

Del sonido del mar. Silencio

Del camino del mar. Mis raíces de arena

Del cuerpo del mar. El otro

Del fondo del mar. Los caracoles perdidos

En los brazos del mar. Mis sueños

En los sueños del mar. Mis muertos

 

De Beirut o de las ruinas (Margen de poesía, 1998)

 

 

TU HISTORIA ES COMO LA NUESTRA

Conoce sus heridas y sus partes huecas.

 

Como mis silencios

como la hora entre la luz y el insomnio

como la distancia entre nosotros

como tu nombre

 

¿Quiénes somos ahora?

¿Conversaciones detenidas

o el silencio

en una casa que ya no es nuestra?

 

¿Para qué volver atrás?

A tu infancia repartida  

entre tierras asoleadas 

y pisos de losas negras.

 

¿Para qué volverse

una vez más hacia las ruinas?

Adentrarse en el desierto

con sed infinita.

 

(Añoro las tardes frente al mar

a la hora del rezo.

La ciudad abierta, el café blanco

y a aquella mujer.)

 

Hoy somos otros.

Y no hay mar

ni paisaje que reúna.  

 

Ya la memoria  está cansada.

Y otra es la casa.

 

De Otra es la casa (UAEM, 2000)

 

 

ENLOQUECE UN HOMBRE porque aquel desconocido debajo de su huella deja una colilla (voy a dejar de fumar dices) en una tierra que no es la mía vine a enterrar a la hermana de mi padre cargamos su cuerpo del altar hacia la luz brillante del cielo claro y así sin permiso del padre minúsculo diminuto tan pobre en su perdón una bendición fulminante y rotunda como tu vida iluminó el miércoles de ceniza

Después vino la semana santa torbellino y la necesidad de escoger un cuadro un libro y mi padre aferrado a las fotos a las cartas a los secretos tantas veces repetidos en voz alta como la amargura de mi abuelo los innumerables viajes hacia los países cálidos —casi una adicción, como el sol— como la casa de tu infancia y esas tacitas bretonas llenas de agua en los rincones como yo para beberse la sed de la madera para que los muebles cumplan su destino de mudarse de un lado al otro de la tierra hacia el mar y aún más lejos

Vinieron también los hermanos de Emaús y la hija de la portera que hubieras querido tanto de tu sangre con tu nombre y apellido o tu collar de perlas

Enloquece mi padre de tristeza se encabrona frente a su hija torbellino que respira entra sale baña su luto en tinas ajenas o que simplemente sale a respirar a comer helados de vainilla porque ella también lleva el hambre en esa bolsa nueva azul herencia de sus ojos cielo atormentado desde antes desde la guerra como el mar que se llevó a su padre hacia el norte porque también lleva (al menos eso cree) ese vacío en sus entrañas

La mujer de mi padre acomoda caja sobre caja mantel sobre mantel comida sin cazuelas y la cabeza de mi padre —no puedo más— dice como yo también diría he dicho tantas veces y luego acompañarse por las calles que bajan hacia el lago donde se estancan los temores de la media tarde y el respeto hacia el hombre de dios que juzga en su nombre sin misericordia a vivos y muertos

(Voy a dejar de fumar pienso mientras mi lengua juega con lo que queda en el cono y respiro a la mitad de un padre nuestro)

Tus amigas entran y salen como si estuvieran de fiesta brindamos acaba de entrar tu fantasma como el vino blanco entra en mi cuerpo como un extraño como yo como un extranjero (me imagino acompañada de mis hermanos) imagino que no estoy de nuevo en una casa fría como el mar adriático

Enloquece mi paso me pierdo en esta ciudad que no reconozco y a la que no pienso volver a lo lejos en medio del lago encallada en un pedazo de asfalto sobresale la carpa del circo nos enfilamos todos (al menos me creo eso) mientras camino de regreso hacia el sol que me espera a la mitad de la arena colgado de ese trapecio a punto de convertirse en columpio

De Los emigrantes (Écrits Des Forges-UAM, 2007-2015)

 

 

EN EL DESIERTO DONDE TODAVÍA VIVES

aparece intermitente la casa amarilla

ventanas grandes y puertas abiertas

simulan siempre

un jardín circular de cerezos 

donde pájaros y aves de plumas rosas

a veces cantan para ti

 

(no es que las ventanas estén cerradas

es que el aire no entra ni sale)

 

no son mis piernas las que te llaman

es mi vientre

eje de mi cuerpo

            que me sostiene que te sostiene

en medio de un jardín que imaginábamos afuera

lejos verde también rojo a veces

lejos del desierto

 

yo también escucho los rosarios demenciados

que todavía por las madrugadas te acosan

eco de un pasado que aún no termina

enarbolan la torre, se enredan

como hiedra enferma

plaga casi invisible aprieta

imperceptiblemente aprieta

De Metonimias (inédito, 2009)

 

 

A MI CASERO SE LE OCURRIÓ [TODAVÍA EN PLENA PANDEMIA] en un mercado voraz y escaso, vender su propiedad. Hemos sido puntuales con las rentas, no hacemos mucho ruido [salvo cuando discutimos de política y elaboramos sobre algún concepto filosófico como por ejemplo “romper platos”]. Gentrificación le llaman los expertos, la ley del mercado [quiero evitar esa palabra tan sobada llamada “capitalismo” o peor aún “neoliberalismo” hay que llamar a las cosas por su nombre: chingadera]. Estamos por vacunarnos ¿puede esperar? mi hija tiene asma/ yo angustias antes de que entren las hordas a toser en nuestros espacios en el aire que todavía respiramos [no es que sea una tremenda leona territorial —¿o sí? — desde niña me identifico más bien con las avestruces o las tortugas] tu contrato vence en abril nos dijo sin posibilidad de diálogo ser compita no lo hizo más “humano” la empatía no sabe de nacionalidades lo “humano” también significa: ojete intransigente egoísta [si fuéramos animales todo sería mucho más violento más corpóreo —o no— mordería si se acercan demasiado a mis crías] [ten cuidado rabo verde] La lengua: este sistema de signos en el que no nos entendemos este pedazo de papel con tinta negra llamado contrato podríamos todavía negociar algo porque no nos entendemos

 

Inédito (2021)

 

 

Gaëlle Le Calvez (París, 1971) es académica, editora y poeta. Doctora en Letras Hispánicas, magíster en Letras Mexicanas y licenciada en Letras Latinoamericanas. Su investigación explora las intersecciones entre literatura, teoría y escritura contestataria en México del siglo XX y XXI. Ha sido editora de las revistas culturales Hiedra Magazine, Chilango, Dónde ir, alógeno, Origina. Ha publicado poesía, crítica y ensayo. Entre sus publicaciones destacan Beirut o de las ruinas (1998), Otra es la casa (2000), La isla más alta (2004) y Los emigrantes-Les émigrants (2014). Fue becaria del FONCA en poesía (Jóvenes Creadores 2004-2005) y en el área de Coinversiones Culturales (2003). Desde el 2007 colabora en la revista Letras Libres.

 



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