20 Abr 2024

305. POESÍA PERUANA. MIGUEL ÁNGEL ZAPATA

-26 Sep 2021

 

La iguana de Casandra reúne más de treintaicinco años de la obra poética de Miguel Ángel Zapata, uno de los más importantes poetas del Perú. La poesía de Zapata, desde Imágenes los juegos (1987), Lumbre de la letra (1997), hasta Un árbol cruza la ciudad (2019) apuesta por la complejidad de la transparencia, ubicándolo como uno de los referentes fundamentales de la poesía peruana e hispanoamericana actual.

Esta edición contiene como apéndice una selección de luminosos ensayos sobre la poesía de Miguel Ángel Zapata. Entre los ensayistas figuran trabajos de Randolph D. Pope, Rolando Pérez, Rossella Di Paolo, Oscar Hahn, y una entrevista a cargo de Mariza Bafile.

 

 

LOS CANALES DE PIEDRA

 

Vine a Venecia a ver a Marco Polo pero su casa estaba cerrada. El segundo piso lo vi desde una góndola y le tomé una foto a los geranios de su balcón. El agua del canal es de un verde raro, tal vez sea una combinación del tiempo, los vientos, y la tenue luz de sus callejones de piedra. Vivaldi aquella noche estaba dando sus clases a las niñas del coro. Corelli fue su invitado de honor. Después de uno de sus conciertos del cura rojo nos fuimos a la plaza San Marcos a beber vino en El Florián. Marco me decía que no permaneciera por mucho tiempo en ninguna parte del mundo.

 El mundo es como la plaza de San Marcos, murmuraba, hay que cruzarla miles de veces para que puedas ver las verdaderas aguas del tiempo. Al otro lado de la plaza está la vida escondida con el vino derramado por la muerte. Venecia es nuestra solo por esta noche: después hay que abandonarla como a las mujeres de Rialto. Siempre hay algo extraño y hermoso en los geranios púrpuras del Mundo.

 Yo solo escribo lo que veo, por eso camino. Sigamos hacia la cumbre para ver los canales desde el cielo de la noche. Después pasemos a la Basílica a poner unas velas a mi madre: ella está viva, tiene la memoria de los ríos. A veces imagino ciudades, como tú, una ciudad dentro de otra, una plaza es mejor que todos los rascacielos del mundo. San Marcos es mi plaza, mi vida, o sea como las alas de las palomas.

 Esta noche no daré clases a las niñas del coro en el Hospicio de la Piedad dijo el cura rojo. Entonces, Marco, veloz como de costumbre nos dijo: naveguemos mejor por los cuatro ríos sagrados esta noche. Busquemos el pecado, pidamos perdón a los cielos por no habernos bebido todo el vino y amado a todas las mujeres de Venecia.

 

 

UNA FOTO DE MI MADRE

 

Mi madre a sus dieciocho: talle fino, espinazo duro/ morena, delgada cabellos largos, pardos los ojos como chacra de tamarindo. Le cuento cosas del frio las noches del insomne. Sus trenzas no han cambiado con el tiempo, sólo una brisa blanca le adorna la frente. La miro y siento que me dice algo mientras la noche se apaga y de pronto se prenden aves alrededor de su pelo negro.

 

 

LA LLUVIA

 

Quiero que regrese la lluvia sin parar y deje un arco iris en mi destino. Llueve y paseo en bicicleta. Entre las calles llenas de árboles apareces para limpiarme el alma, lluvia bendita, lluvia sobre ruedas. Así, sin apuro, vuelas en tu bicicleta y entre el aguacero sale una palabra, un dolor, una lágrima. También una carcajada, otro árbol, mejor un bosque.

 

 

CHOPIN INVITADO A CASA

 

Pongo el mantel blanco entonces, el pan, el pescado fresco y un vino para celebrar la música que entra por todas las puertas, y abro las mismas ventanas de otra casa, ese fuego lento de las hornillas de mamá, ahora que su figura reaparece con donaire entre las copas de cristal.

 

 

TIEMPOS DIFÍCILES

 

Camino por la ciudad y cada árbol es el milagro de la mañana. Todos cruzan en fila para encontrarse. Así de contento, voy a volver a entrar a un museo, ir con calma a ver un cuadro de Bacon, buscar los peces de Klee para nadar con ellos, o treparme en el frondoso Árbol de Oaxaca de Francisco Toledo, para terminar en un hueco al lado del perro de Goya.

 Tal vez el río oxidado sea mi única salida.

 Nos salva finalmente la chica del barrio fenicio: por su escote de verano corren los deseos de acuario, sus muslos duritos, y el cabello suelto te devuelve el aliento de una tienda de malaquita, el agua viva de su piel de escaparate.

 

N.Y., marzo 2017

 

 

LIMA

 Para Antonio Cisneros, in memoriam

 

Crecí en una ciudad gris-azul con muchas ventanas. Y fue a través de ese color que descubrí otro tono de gris en el cielo: un azul cobalto, ese cálido celeste del mar que no aturde cuando sale el sol por Chorrillos y se esconde en Barranco. Ese es mi color gris azul, el único que conozco y del que ahora escribo: mi azul de Lima (casi de la Alianza), mi celeste de la costa donde crecí y que ahora recuerdo como la mejor de todas, la que me vio crecer como el peor de todos. De los primeros seis años en Piura, donde nací, un fuerte aguacero y sol pleno. En Lima aprendí de otro tipo de azul: más nutriente y menos predecible que el de Cancún. Las ciudades con mar tienen una luz natural que se siente, pero no se ve. Ahora presiento el azul gris de las playas, esa capa salina que me habla la poesía de Lima, en una noche donde las calles son hermanas del insomnio, y el diluvio citadino es el loquísimo gris-azul que me deleita.

 

 

LA ESPINA

 

La espina del árbol

cae sobre tu mesa.

Limpias las cenizas

de una rama amarga.

Sin temor vas hacia la

noche

y

sus estrellas negras

brillan en tu mesa

con tréboles de madera.

La espina y su oficio

de cañonazo, el árbol

que sigue con su jazz

y melancolía de perro.

 

 

HAYDN

 

El poema regresa como un cocodrilo en busca de su presa, llorando inútilmente se lo come todo. Me come a mí, no me deja ni mi alma. El violín, el poema, papel del pentagrama, Haydn, la noche que deviene de un dulce coro vienés.

 

 

EL JARDÍN PUSHKIN

 

El cielo crece debajo del árbol.

 

Prisionera sube la sangre

y los barrotes se vuelven viento.

 

Pushkin oía el eco de la lluvia

como si leyera un poema

en un bosque inaudible.

 

El árbol es ahora el cielo reverdecido.

 

El profeta vuela el desierto.

 

Poemas de La Iguana de Casandra. Poesía selecta, 2021

 

 

Miguel-Ángel Zapata, poeta y ensayista peruano, es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Hofstra, Nueva York. Ha publicado recientemente: Un árbol cruza la ciudad (2019-2020), A Tree Crossing the City (2019),  Chopin invitado a casa (2019). En su obra crítica y ensayística destacan: Degollado resplandor. Poesía de Blanca Varela 1949-2000 (2019), Vuela un cuervo sobre la luna. Muestra de poesía española contemporánea: 1959-1980 (2014), La voz deudora. Conversaciones sobre poesía hispanoamericana (2013), Vapor trasatlántico. Estudios sobre poesía hispánica y norteamericana (2008), Asir la forma que se va. La poesía de Carlos German Belli ( 2006), El hacedor y las palabras. Diálogos con la poesía de América Latina (2005), Moradas de la voz. Notas sobre poesía hispanoamericana contemporánea (2002), Nueva poesía latinoamericana (1999), Metáfora de la experiencia. La poesía de Antonio Cisneros ( 1998), entre otros.

 



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