23 Abr 2024

361. POESÍA ARGENTINA. NATALIA LITVINOVA

-19 Dic 2021

 

CATALINA, SOS ABOGADA

pero no podrías defenderme

de la trama familiar

ni del exceso de nostalgia.

Guardamos algo

por considerarlo pequeño

pero luego se expande

transformándonos

en su territorio.

Cuando abrí la computadora,

escribí tu apellido

e hice click

supe que te casaste

y tuviste un hijo hace dos años.

Tus fotos se destacaron

entre miles de otras,

no pensé que había

tantas portadoras

de tu nombre.

Si todas se tomaran de las manos

desde Bielorrusia,

formando una cadena,

llegarían a mí.

 

 

TE GUSTARÍA LLEVARME DE LA MANO

a la habitación de tu hijo

y decirme: No salió a mí.

No se te parece, es cierto,

tiene las orejas

demasiado grandes.

Los enamorados

se escriben cartas

y las amigas

absorbemos

el agua de cada una

como dos dalias

plantadas cerca.

Nosotras, Catalina,

tampoco nos parecemos

a nuestros padres,

no nos seducen las trampas

en las que cayeron.

Hace dos décadas

que no nos vemos,

hicimos de la soledad

una perla

que nos enfría

cuando todo arde.

 

 

NOS CRIAMOS EN LAS ESCALERAS

que olían a tabaco y orina.

En los 90 los borrachos

dormían en los rincones oscuros

de nuestro edificio.

Yo vivía en el sexto,

vos en el octavo

y el ascensor no funcionaba.

Bajábamos las escaleras corriendo

para que no nos alcanzaran,

el vidrio de las botellas de cerveza

crujía bajo nuestros pies.

Ahora, cada vez que entro

en un ascensor

mi corazón se acelera

sin amuletos.

 

 

IMAGINO A MIS PADRES

haciendo las valijas

para la mudanza.

Nos vamos del país.

Mamá es joven

y su pelo es abundante,

guarda los libros en cajas.

Los toca, los huele,

recorre sus bordes con la mirada,

los abre y cierra varias veces.

Tiene que elegir,

no puede llevárselos todos.

¿Qué tuvo que dejar mi padre?

¿Hubiera preferido

llevarse su auto naranja

que cuidaba más

que su relación con mamá?

Me preguntaron

qué quería conservar,

el circo, dije,

el olor de los animales obedientes,

la cara desteñida de los payasos,

una felicidad efectiva.

 

 

PERDER TODO ES FÁCIL,

lo difícil es retener algo

hasta transformarlo

en una piedra preciosa,

en amuleto.

Fácil es dejar

cada cosa

en su sitio,

difícil es regalarle

a otro

tu piedra preciosa,

tu amuleto,

sin saber

quién de los dos

nació sin suerte.

 

 

CATALINA, HAY DÍAS

en los que las glándulas se corren,

mi pecho se descose

y el corazón sobresale

como en el cuadro de Frida

que pegué en el cuaderno

junto a nuestra foto.

O peor, porque no está

conectado a nada,

es un corderito

que corta a mordiscones

el cordón umbilical.

Le canto

para que se tranquilice

y vuelva a su lugar

pero el corazón

ya vio el mundo

y no habrá

calma.

 

 

¿QUÉ SUCEDIÓ CON LAS COSAS

que no pudimos traer?

¿Quién las tiene?

Pasaron de mano en mano

estropeándose,

la boina de cuero de papá,

los cactus de mamá,

la máquina de coser,

mi ropa de ballet,

la cafetera y los granos esparcidos

sobre la mesa como gotas

de un tiempo que se detuvo

mientras mi madre molía café.

Los vinilos de Stravinski

y los casetes de Víktor Tsoi,

el osito de los Juegos Olímpicos de 1980,

el departamento de dos ambientes

y el balcón donde volaba nuestro loro.

Todo eso

pegado a mi cuerpo

como una prenda húmeda.

 

Poemas de La nostalgia es un sello ardiente, (2020)

 

Natalia Litvinova es poeta, editora y traductora de poesía rusa. Nació en Bielorrusia en 1986 y vive en Buenos Aires. Ha publicado varios libros de poesía, entre ellos: Todo ajenoSiguiente vitalidad, Cesto de trenzas y La nostalgia es un sello ardiente. Su obra ha sido publicada en Alemania, Francia, España, Chile, Brasil, Colombia y Estados Unidos.

 



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