30 May 2023

451. POESÍA MEXICANA. JOSÉ NATARÉN

-22 Ago 2022

 

I

 

¿Quién es el autor de los luceros?

 

¿Quién sella mis labios y responde

cuando solo soy?

 

¿Quién

dentro de mí

alumbra la terrible inocencia

desde el día de nuestro nacimiento?

 

 

II

 

¿Quién se reconoce en mí,

epiléptico grano de sal color enfermo

en abstinencia prodigiosa?

 

¿Me reconoce

sombra sobre mi cuerpo?

Bajo la lengua vibra y del pecho brota

serpiente en roja danza.

 

Ahí

En la caricia hiriente de la soga bienhechora,

en el instante pétreo de la herida

–ventana harta de colmillos–

el fuego y la carroña y del cadáver

la escultórica pendencia

retan la locura

(pupila absorta y rata muerta a golpes por la lluvia).

 

Ahí

Aunque se desencajan rostros bajo mi rostro

escribo

blanca línea deletreo: inhalo cristales oscilantes.

 

Substancia amarga agita la memoria.

Gélidas falanges escarchan la esperanza

agrio placebo contra el terror del nacimiento

ahogo el signo que me impacta

y en la obscuridad florecen nombres:

mi cuerpo luminoso en su caída necia.

 

¿Qué herida más sangrante que la luz?

 

¿Qué ceguera más limpia, el silencio?

 

 

III

 

La furia del relámpago resuena

el trueno que sale de su boca

cimbra el horizonte

cínico silbido, pájaro de luz

eriza la retina mineral.

 

Serpientes incendian mi garganta

serpientes en las venas, serpientes en el pecho.

Palpita, daga la pupila, ojo de serpiente

boca entreabierta en templo de cristal.

 

Sobre fragmentos de espejos

me estremezco

lágrimas de azufre cicatrizan

líneas rojas.

 

¿Soy el haz o el envés?

 

 

 

IV

 

Relámpago en la zarza, susurro de vacío

el Destructor despierta, se reconoce en mí.

 

Ciego dios me entrega a su sueño

irrefrenable

antigua angustia que al asombro embiste

sella signos bajo mi lengua.

 

El astro de tiniebla se derrumba

rota torre, derriba nuestro cuerpo,

vaso de sombra, cáliz del dios ciego

de amor, enfermo.

 

En el hueco de una estrella

diminutos planetas de penumbra

desaparecemos.

 

V

 

Pobre, ay de ti, Jerusalem:

ya solo sueñas manicomios, cárceles

y cementerios: sinagogas de tu engaño.

 

Pobre, ay de ti, Jerusalem.

Si no odias el fracaso

lo odiará el que sobreviva.

Pobre, ay de ti, Jerusalem.

 

De ti sólo persiste raíz de sol amarga.

 

 

¿Por qué nunca amanece?

 

 

VI

 

En fuga se disuelve, la luna en carcajada

sin máscara, sin nombre, se complace

el dedo sobre el labio, indica su designio

: Silencio.

 

Por los siglos de los siglos

repite su epitafio:

 

Hermoso es lo feo y es feo lo hermoso

 

Y los sueños… ¿sueños son? y los muertos, ¿muertos están?

 

Neblina en el espejo nos absuelve de la imagen.

 

 

VII

 

Tres noches de pie en la montaña

 

¿De dónde el vértigo al cerrar los ojos?

 

He visto los reinos de la Tierra

 

¿Dónde más enmudece el fuego?

 

Aquí

en la hendidura amarga

todo hiere.

 

Aquí

el mundo ya no basta.

 

Aquí

el Silencio

sucumbe ante el silencio.

 

 

VIII

 

Mientras la luz se agota en mi garganta

alguien devuelve el aire

contra el viento.

Alguien nos observa.

Alguien

no respira

mientras leo.

 

 

José Natarén. Promotor cultural. Secretario técnico del Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura. Estudió física y matemáticas en la Universidad Autónoma de Chiapas. Ha colaborado en proyectos de investigación documental de carácter literario y filosófico; con el Sistema Chiapaneco de Radio y Televisión (2006-2012) y con la Radio de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (2017).

 



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