19 Abr 2024

510. MARÍA E. HERNÁNDEZ CABALLERO

-30 Mar 2024

 

Selección de pomas inéditos de María Elena Hernández Caballero

pertenecientes al libro

En la próxima vida dejaré de mudarme

 

 

ENOUGH

 

Vivir no es respirar, es tal vez un lugar.

Y, tarde o temprano, de cualquier lugar hay que irse.

 

Los que ya me abandonaron sin decir ni pío,

sin decir ni pío desde una nube observan.

Ángel, Rodrigo, Daniel, Daniel, Pablo,

Sigfredo, Chely. Todos hombres.

Como en las guerras

la vejez parece cosa de mujeres. Amor,

¿tenemos ese valor a prueba de bombas?

 

Una bomba, el valor,

también son un lugar.

El instante.

La noche.

Aquel parto.

Un árbol, una lombriz.

Mi fémur.

El tuyo.

 

Escribiste un fémur sobre pájaros.

Y los pájaros eran el lugar del cual partimos.

 

Amor,

yo no soy como esas mujeres que en las películas

asumen el rol de su hombre.

Yo no elegí a un hombre.

Pero los hombres que más quiero

se han ido a la guerra.

Y, tarde o temprano, se esfumarán del todo.

 

 

Reitero lo dicho:

Ya no puedo permitir que todo lo vivo

por el simple hecho de respirar,

termine postulándose a lugar

(cierta maldad, por ejemplo).

 

 

Amor,

hagamos las maletas.

De ahí también hay que irse.

 

 

CIERTA MELANCOLÍA

 

En cuantololiberéde los comunistas,

al domingo le fue permitidosentarse

atomar sol.

Entonces los testigos de Jehová

salieron a la calle.

Fueronde puerta enpuerta.

Habla que tehabla los

Poderosos gracias a la fe.

En mi puerta escribí:

“Dios ha muerto”

Yo ya estaba cansada

de ser testigo.

Eldomingo, por su parte,

seguía encadenado.

Harto de los poderosos.

Ahora que somosuno,

si alguien tocaraa nuestra puerta

el domingo y yole ofreceríamosagua.

Hasta puede quepongamos

otro plato enlamesa

como si necesitáramos

algún tipo de evangelio

como

si mi padre estuviera

por sentarse

a comer.

 

 

QUE ENTRE EL FRÍO POR LA VENTANA

 

Niña Tormenta

Me quiero congelar.

Sentir nada.

Nada es nada.

Como un perroatado

a un trineoen Finlandia.

Yo viejaa la cazade mi

sombra en Groenlandia.

Iceberg trasiceberg,

como un oso yyo (rotos).

Pero eso sería transformarel frío

en ruidosostémpanos de hielo.

Yo solo me quiero congelar.

 

 

OCURRIÓ EN SAVANNAH

 

Los adoquines.

Todo gris.

River St

no parece real.

Me gustaría entrar

a caballo

como Tommy Shelby

en los Peaky

Blinders.

La televisión

tiene eso.

Soy ahora más

pandillero

que el más vil.

Saco la pistola.

Soy más pistola.

Subo la cuesta y

observo a toda

esa gente que

trabaja para mí.

Apago la televisión.

Con las ganas que tengo de matar.

Con las ganas que tengo de matar.

Elijo al azar.

Ella es algo grosera, una Betty Boo

cualquiera. Ningún gusano ensilla

su media, solo una hilacha de su pierna

cuelga.

Me tiro del caballo.

Primero voy a violarla.                 

Por la otra punta de River St

al rescate,

mi sombra viene sobre un azafrán.

Enciendo la televisión.

Con las ganas que tengo de matar.

Con las ganas que tengo de matar.

 

 

CUANDO SÁNDWICH ERA SOLO UN CONDE

 

Mientras los condes y los duques juegan a los naipes,

mis peones acorralan a los caballos.

La torre camina.

Un paso atrás, tres adelante.

Al costado.

Sonámbula la torre.

La pasión no para de comer.

Pone aderezos y se distrae.

Como al descuido, ¿qué hace

una lasca de queso entre dos tapas?

Los hambrientos del mundo levantan estatuas a Sándwich.

No saben del tiempo que ahorro, soy un duque.

Me inclino ante lo vertiginoso, lo simultáneo.

Mientras escribo,

pongo en jaque a mi reina.

Me cebo.

 

 

QUERIDA PANGEA, TE EXTRAÑO

 

Cuando en cincuenta millones años la tierra se detenga,

y África haya llegado a Europa

no sentiré nostalgia del Mar Mediterráneo.

Tampoco de Australia cuando choque con China.

No sentí nostalgia doscientos cincuenta millones de años atrás

cuando me tiré a dormir la siesta en una ladera del Everest.

India y Asia no existían.

La tierra era una, yo mutaba libre a raíz o insecto.

Quince años atrás, cuando llegué por fina la cima

del cerro La Ventana, en Argentina, 

mientras me quedaba quieta para la foto

sentí una súbita nostalgia por lo que se ocultaba

en Cape Fold Belt, Sudáfrica.  Tanta agua no me dejaba ver

a mi abuela gritándome, desde el otro lado,

que me esperaba. A mis primos también.

 

 

COLÓN

 

Cuando Cristóbal Colón descubrió América

ya existía América.

Cuarenta millones de personas

en ciento veinte idiomas,

le dieron el primer sí.

Luego

en idioma ajeno

la palabra

exterminio

se coló por

los huesos

hasta horadar

los tuétanos.

Todavía la escribo

en el idioma ciento veintiuno.

Me la llevo y me instalo

dentro de mi clan.

//Que una isla resucite y la quemen,

resucite y la quemen,

¿es, también, culpa de Colón? /

- ¿Quién lo mandó

 

a tirar la primera

piedra?//

En cuanto a las piedras,

contra el horizonte

ya no las tiro.

Si a lo lejos

aparece de pronto

una línea,

yo solo voy.

La cruzo.

 

 

María Elena Hernández Caballero (La Habana, Cuba, 1967) Poeta y narradora. Ha publicado los poemarios: El oscuro navegante (Ed Matanzas, Cuba), Donde se dice que el mundo es una esfera que dios hace bailar sobre un pingüino ebrio (Premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1989), Elogio de la sal (Ed cuarto Propio, Chile, 1996), Electroshock-palabras (Ed La Bohemia, Argentina, 2001), La rama se parte (Ed Torremozas, Madrid, 2013), Yo iba tranquila dentro de una bala (Ed Verbum, Madrid, 2016), La noche del erizo (Editorial Casa Vacía, 2018); además de la novela Libro de la derrota (Azud Ediciones, Argentina, 2010; Hypermedia 2015) y el libro de cuentos Tres metros cuadrados de Purgatorio (Hypermedia 2019). Poemas suyos aparecen incluidos en antologías sobre poesía cubana actual, como son: Retrato de grupo (Letras Cubanas); Un grupo avanza silencioso (UNAM, México); Otra Cuba Secreta (Ed Verbum, Madrid), 80 años de poesía cubana (por Margaret Randall, Duke University Press 2017), 13 Poetas, entre otras. Además colabora con diarios y revistas literarias latinoamericanas, españolas y de Estados Unidos.



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