ZALYOTIN ESCRIBE SOBRE LO ABSURDO
Todos los hombres son seres absurdos:
confunden el silencio con la calma,
detestan la belleza del horror,
temen los rostros deformes y oscuros.
El amor vuelve absurdo a todo ser,
lo hipnotiza y transmuta, lo detiene.
Algunas veces no sabemos nada,
algunas veces somos elefantes.
Y de pronto yo soy lo que detesto.
Admiro el cutis de una joven fuerte y azulada,
de pronto me embrutezco.
Todos los hombres son seres absurdos.
Solo sé que los cuerdos duran poco,
los hombres íntegros se van de súbito.
¿Qué puede haber más gris que un terciopelo?
Qué noble y sublime metamorfosis
esconde el inconsciente, yo lo sé.
La carne es carne y el amor, amor.
¿Cuál es la diferencia? Me pregunto.
A veces, los hombres cuando crecen, no crecen
y se vuelven elefantes.
De Darkness
MOLÉCULA A MOLÉCULA
Molécula a molécula yo expiro,
cada mañana, en cada resplandor,
pero me quedo quieto, abandonado
como provocación del universo.
Gen por gen, sol por sol, sombra por sombra,
pienso que soy tan fuerte como el átomo.
En el espacio negro observo islas,
unas lejanas otras imposibles,
programo viajes hacia el infinito
tomo la voluntad de un astronauta
y me quedo dormido en una hoja.
Busco en el viento solar un designio
el color que se pierde en el solsticio,
busco, desesperado, liviandad
oscura en detrimento donde quede
espacio y escasez para mis huellas.
Molécula a molécula me integro
al vacío abundante del terror,
punto por punto, hilo por hilo, poro por poro;
me desvanezco, añoro despegar
como transbordador desde la tierra
y me despido degollando furia.
Trote a trote, llevando años y clavos,
tajo a tajo convierto un fino lápiz
en un arma redonda que golpea.
De un impacto estelar llevo los restos,
hecho que me consuela cada instante.
No solo soy de células mutadas
también puedo ser frío y mineral.
Dentro muy dentro de la oscuridad,
en aquel límite que me desgarra,
crece una costra grande que sofoca,
es un fuerte punzón que parte el vientre.
Molécula a molécula me acoplo
al futuro de máquinas y éxodo;
me desintegro, formo abismos altos,
mi sombra, el cuerpo extinto emprenden viaje.
En medio queda el tiempo que me abraza.
Molécula a molécula yo expiro,
cada mañana, en cada resplandor,
como provocación del universo.
Gen por gen, sol por sol, sombra por sombra,
pienso que soy tan fuerte como el átomo.
Tomo la voluntad de un astronauta
y me quedo dormido en una hoja.
PARED DEL SOL
Si estuvieras aquí, en mi silencio,
destruirías la soledad, me rodearías
con tu cuerpo delgado lleno de flores
y calor de montaña.
En la inmanencia me entregarías un arcoíris.
En mi habitación, en silencio, alucino que llegas
para regalarme tus manos de madera.
Y te veo descalza andando sobre la línea
del mar de una primavera gris.
Sácame, te imploro, del ruido de las máquinas,
libérame de la corta estadía de los desahuciados.
Qué agonía más dulce es retenerte en mis retinas.
Solo digo las palabras que se reflejan en la pared del sol,
palabras que anochecen con la luna.
Estás aquí, estas aquí, lo intuyo
porque me toca tu imaginado timbre
que envuelve consonantes en una piedra de miel.
De Pared del sol
INVOCACIÓN
Te quiero es la verdad, pero decirte que te quiero
sería más verdad si me escucharas.
El rumor de los geranios que se balancean
pierden su gracia con la tristeza.
¿Cómo puedo traerte de nuevo a mí?
¿Cómo te digo aquello que no pude decirte?
Hoy no puedo vencer al tiempo.
Estoico y firme en el solsticio circular de un sueño,
vivo esta vida en los límites de una diáfana palmada.
Me muevo para no morir en silencio y desequilibrio,
golpeo cáscaras, destruyo oráculos.
Menciono tu nombre para reconciliarme
y partir a tierras lejanas, insondables.
¿Cómo puedo llamar algo que no viene?
Cuando el universo me mira como grano minúsculo
me envuelvo entre laderas y nidos.
Te quiero es la verdad, pero decirte que te quiero
sería más verdad si me escucharas.
De El viaje hacia Andromeda
EXTRAÑO ESA SENSACIÓN NEFELIBATA DE ESTAR CONTIGO
Extraño esa sensación nefelibata de estar contigo,
de romper el silencio con parsimoniosas palabras
de saltar en tus ideas aceleradas,
de inflamar la calma,
de atrapar el vértigo con tranquilidad mientras leíamos
pronósticos del futuro en las tardes sobre la oscuridad
dulcísima que solo tú y yo comprendíamos.
Extraño la euforia de esperarte irresoluto
en las estaciones,
en medio de la velocidad de tu acento pantagruélico,
convulso y correr en ese místico puente
que nacía entre nuestras miradas,
imaginando el contacto con el agua que traías en copos.
Vos flotabas sobre olas y rayos solares
te cubrían de aroma a chapuzón vibrante
y yo era el sempiterno reflejo en tus ojos de vidrio.
Extraño esa sensación nefelibata de estar contigo.
HE SOÑADO QUE EL MAR SE MUDABA AL CIELO
He soñado que el mar se mudaba al cielo
y desparramaba sus olas
cuando leves plumas descendían
como espejos de luna
y hacían volar el viento.
Las lágrimas se dejaban caer
como mariposas y coronas de sable.
Era imposible no pensar en tu melena índigo
escuchaba los pasos de orquídeas
que caminaban entre el contorno
que construye el tintineo del amor
y la tormenta.
Yo solo ansiaba que te quedaras conmigo
para palpar el frío y tocar
el cadáver de la evanescencia.
He soñado que el mar se mudaba al cielo
y desparramaba sus olas.
Yo solo ansiaba que te quedaras conmigo
para abrazar estrellas en la oscuridad.
Julio Fabián Salvador (Lima, Perú). Magister en Escritura Creativa por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, UNMSM (Lima). Ha publicado los libros de poesía "Eigen", "Zumbante Nervio", "El silencio de la máquina", "Darkness" (premio nacional Felizh 2012). "Sextinas, la matemática de la poesía" en coautoría con C.G. Belli y Marco Martos, “Pared del sol" y "El viaje hacia Andrómeda", publicado en Medellín. Los libros de cuentos: “El aire que corta la piel” y “Un tiempo alucinado en oscuridad”, publicado en Medellín. Además, es doctor en Física por la Universidad de Antioquia (Medellín), investigador y profesor principal de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.