31 May 2023

475. POESÍA COLOMBIANA. SAMUEL SOLÓRZANO CISERY

-24 Ene 2023

 

TODOS TENEMOS UN HIELO por cerebro

encima de un sueño congelado,

que es gota fija en telaraña de invierno.

Luego nos derretimos

y somos un mar nadado por el sol.

 

 

SI EL SOL FUESE TU OJO

 

El cementerio fue una pulsera rota

que echamos a la basura.

Las calles ya no tenían más lugar

para carros ni para bicicletas.

Si el sol fuese tu ojo, verías en esta ciudad

palabras con las sombras

que todas las estatuas proyectan en el suelo.

 

Para pasar la página

solo tú deberías avanzar con el tiempo,

y en el sol de las diez,

del mediodía

y del atardecer

habrás leído las millones de historias

que ahora son piedra y mármol

en el recuerdo.

 

 

DESPUÉS DE UN PARAÍSO

 

Hay un paraíso apartado de la vela.

Piso su entraña y la sombra se ríe,

busco el futuro visto en lagos artificiales

y un círculo me habla al darle piedras

y su boca más grande distorsiona mi rostro.

He visto el árbol y me salvó el invierno.

He visto personas como frutas mordidas.

Alguien fija saludos en su mano inmortal

y yo la aprieto y me voy y no le digo adiós.

 

“¿Por qué te quejas si nunca morirás?

Disfruta de la sonrisa, de la hierba,

acuéstate mirando al sol

y tus ojos encenderán el cielo

antes de que una nube

quiera obedecer los moldes

que tú adjudiques al arte.”

 

Yo me duermo y me aburro

y sueño con acantilados,

un poco imaginativos;

si salto seré piedra,

si me hundo alguien escucha

y yo le distorsionaré el rostro

y le hablaré sobre placeres insensatos

y sobre dolores que ya no existen.

Él sabrá qué es el aburrimiento,

buscará el dolor pero no lo hallará.

 

 

EL TORO

 

Falló la voluntad del toro.

Hoy sus patas le fueron arrancadas

y vendidas a las mesas

nunca tan grandes para acumular huérfanos.

Le cosieron brazos y piernas humanas,

más que correr

ahora se concentra en construir su establo.

Las manos arden cuando palpa la hierba

y siente nostalgia por las pezuñas

—siempre fieles al camino crudo—.

Olvidó el único fin de sus patas,

se acompleja ante la caterva de dedos

y cuenta con ellos los años que le faltan.

Hoy los platos fueron lavados

por la misma carne

que proveyó el destino.

 

 

PARA UN TAPABOCA RECUPERADO

 

I

Que yo recuerde nunca vi tapabocas en el suelo.

Ultrajados por suelas indolentes, tacones evasivos,

palomas creyendo que son migajas de pan,

el picoteo hasta lo siento yo

porque algo de vida extraña poseen

y algo de sus nervios se ramifica hasta mí.

 

Una vez vi un tapaboca en un arroyo barranquillero,

creo que antes era un barco encallado

o medusa seca, hambrienta, sin odio y sin amor.

 

Tuve la pesadilla de verlo revolcarse en corrientes adversas,

el arroyo coincide con criaturas de Ulises,

plásticos que ocultan dientes, botellas,

dientes sin mandíbula o quijada en bolsas negras

que guardan un planeta triturado.

La mierda de perro como sirenas arrastradas

no pudieron seducir ni contaminar

el viaje.

 

II 

El tapaboca todo lo contrasta

y lo padece.

Por dentro protege la marca

de un pintalabios carmesí.

 

Oh, pedir ayuda antes de que todo se disuelva

y en el arroyo solo quede un beso

en la gota, pero en ninguna piel.

 

“Las cosas pueden ser personas”,

lo escuché en el viento.

 

Y el tapaboca sin Virgilio

desciende a un círculo de infierno,

pero manteniendo la pureza,

a pesar de la masacre de sus hebras

y el elástico rompiéndose ante mis ojos.

 

Oh, pedir ayuda antes de que todo se disuelva.

Luego pensé en lo banal de conservar lo inconservable.

 

“Déjalo ir como a cualquier persona”,

lo escuché en el viento,

y puse el pie como la vida

y me entregué al arroyo.

 

 

VENTANA EN EL PISO 6

 

Grano de arena, quita tus sueños.

Sé apenas el que sirve para un tramo del camino.

Pierde la luna que mueves con cada persona,

con cada viaje que aprietas al pecho.

Despacio sabrás transformarlas en cosas reales.

Todo avanza y puede avanzar

a menos que pongas la ventana

por debajo de la vida,

a menos que esa vida la repitas

con distancias de tu pie.

 

Expandiendo tu habitación

hacia un cruce de calles fluidas y refluidas.

Ensucian el tiempo en sus cuerpos y no-cuerpos,

gente que miras con un velo sobre sus hombros

y no-hombros.

Caminan y son caminos únicos,

otras vidas que hubieras querido vivir.

Caminan y son hilos que se cruzan

y entrecruzan sus viajes en una trama oscura

dejando por estela una bandera de colores extranjeros,

un velo muchísimo más denso

que te niega la puerta hacia el origen.

 

Toda gente, todas ellas

son sapos verdes a contraluz y veneno.

Relojes disuelven sus saltos,

no destilan lo que quieres saber.

Le pides a un dios extraño

que llueva cualquier cosa como tinta,

que empape cualquier cosa como piernas,

que se escriba el paso de todo

sobre caminos de papel.

Símbolos, partituras, letras visibles a tus ojos,

una cortina de nervios que arropa lugares y destinos,

pieles que arrastran piedras y placeres debajo de las piedras,

esqueletos saciados de nubes para camuflar misterios

bajo una tela de viaje hecha de cada sapo como gente.

 

Tú, extranjero de tu propio dolor y saliva,

no creas que eres estatua en la entrada de un pasadizo.

Tú tienes cabeza de viento, pero no te llevas nada.

Tienes piernas de planta, pero no dejas raíz.

Tú tienes ventana en el piso 6,

pero ambos fueron átomos de un barco

transformando ciudades en mar

con islas entregadas a guerra y olvido (que no olvidaste),

con olas, calamares, criaturas que te siguen aún dentro de ti.

El destino fue la excusa y en caminos de agua y luz

trajiste a casa el peso de toneladas de gente

dentro de un pensamiento que se irá volando.

Es la pluma sin alas tropezando con el cristal,

y suenan los huesos del paisaje.

 

 

Samuel Solórzano Cisery (Barranquilla, Colombia, 1996). Es poeta y narrador. Estudiante de Literatura en la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Ha publicado Las sombras del océano (2013) y ha participado en las antologías Poeta bajo palabra (2015), Yo vengo a ofrecer mi poema (2021) y Memorias nuevas letras (2021). Entre sus reconocimientos se destaca el segundo lugar en el Concurso de Poesía Mesa de Jóvenes del Festival Internacional de Poesía en el Caribe (PoeMaRío) en 2016 y fue uno de los ganadores del VII Concurso Nacional de Cuentos Cortos del Festival de Literatura de Pereira en 2021. Su ensayo “Identidad tras el velo de la memoria y el tiempo en La fugacidad del instante de Miguel Falquez-Certain” fue publicado en Abisinia Review marzo de 2022. Los seis poemas publicados hoy por Nueva York Poetry Press son inéditos.

 

 


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